Rumors killed the iPhone 5. O casi.

Ayer tuvo lugar el estreno tecnológico más esperado del año, pero resulta que desde hace meses todos sabíamos el final. No hubo apenas sorpresas sobre el escenario de la Keynote. Gran parte de la culpa la tuvieron las filtraciones, que en este caso fueron más bien un chorreo de imágenes e informaciones reales sobre la versión final del teléfono incluyendo también todas sus funcionalidades.
La época del secretismo ha pasado a la historia para Apple. La atención pública está demasiado centrada sobre el teléfono más famoso del mundo y cualquier trabajador desovediente de una cadena de montaje puede tirar por tierra las novedades de cada nueva versión en la era de las redes sociales. La falta de sorpresas se debe también a que Apple no tenía intención de presentarnos un teléfono rompedor, sino un teléfono mejor, y hemos de reconocer que una vez más lo consiguió. Es difícil mejorar algo que es excelente, y Apple ha pulido y mejorado cada uno de los detalles en lo que bien podríamos considerar la tercera versión de aquél diseño que hace dos años y bajo el nombre de iPhone 4 si que consiguiera dejarnos con la boca abierta.

Aparte de las obligadas revisiones y mejoras anuales de la calidad y al fin del tamaño a lo alto de la pantalla permitiendo mantener la ergonomía de uso con una sola mano, una mejora de la óptica de la cámara trasera y un aumento de la resolución de la de la parte frontal y un procesador más rápido y eficiente, el mayor cambio que sufre este iPhone está en la obsesión de Jonathan Ive por el diseño industrial. Aunque por fuera el teléfono parece muy similar a sus hermanos 4 y 4S, la disposición de los componentes y su tamaño han sido completamente rediseñados para embutirse en la carcasa más delgada y a la vez resistente de toda la familia iPhone. Para ello han creado la nueva conexión reversible Lightning ultrafina, mientras que la estructura unibody le da robustez a un teléfono de un grosor realmente increíble. Para ello Apple ha empequeñecido aún más la tarjeta SIM (ahora nano SIM) y ha integrado la capacidades táctiles en la propia pantalla para eliminar una capa dedicada y hacer que ésta sea más delgada y tenga una mejor respuesta. Apple una vez más sigue su propio camino, a su propio ritmo y sin traicionarse a si misma en pos de algunos consumidores que querrían ver una evolución hacia pantallas enormes e imposibles de manejar con facilidad o diseños futuristas pero poco funcionales. No deben sorprendernos los pequeños saltos estéticos del iPhone desde el 4. Ive lleva manteniendo el mismo diseño de la carcasa del iMac durante años con apenas ligeras evoluciones y eso mismo le ocurre al más pequeño de la familia de Apple. Haber rozado la perfección con un diseño que los demás copian hasta la saciedad tiene sus consecuencias con respecto a las innovaciones estéticas que puedes aportar cada año. Personalmente no me gusta demasiado la trasera pese a la robustez que le aportará al teléfono porque se aleja de la evolución hacia el minimalismo estético que siempre ha definido a esté teléfono y nos devuelve al diseño bicolor de la primera versión del teléfono, pero hemos de reconocer que es un logro de diseño a nivel de funcionalidad.

A diferencia de lo que se anuncia en el título de esta entrada en iPhone sigue más vivo que nunca (y si no, esperad a ver sus ventas) Lo que en realidad ha matado los rumores ha sido una Keynote que ha quedado deslucida no solo porque ya lo hubiéramos visto todos antes sino porque la sombra de Jobs es alargada y ninguno de aquellos a los que dejó el testigo ha sabido venderos sobre el escenario las nuevas características con esa pasión que seguro nos hubiera hecho pensar que media pulgada más de pantalla nos haría ver la vida inmensamente más grande. :)